sábado, 16 de mayo de 2015

Robert Venturi y el revivalismo histórico

Denise Scott Brown y Robert Venturi  
Gansadas y decoración. El edificio Anuncio
(1968)
AA.VV., Textos de arquitectura de la modernidad, Nerea, Madrid, 1994, pp. 139-441
 
Según Loos, la decoración era pecado; Perry creía que siempre escondía un defecto de la construcción. Los estilistas internacionales creían que era válida como joie de l'esprit de los artesanos que trabajaban en las grandes cate drales esculpiéndolas con sus manos a mayor gloria de Dios, pero que en la era de la máquina la relación personal con los materiales y la construcción se ha perdido y, por tanto, el objeto de la decoración; y la misma joie de l'esprit se expresaría por el uso bello y preciso de los elementos constructivos hechos por la máquina y por los elocuentes espacios del mismo edificio. Todo el edificio es la decoración.
Esto puede haber sido literal e irónicamente más cierto de lo que se ha pensado. Ahora se acepta la pintura y la escultura contemporáneas como fuentes formales de la primitiva arquitectura moderna -todos los edificios de este período, de hecho, parecían esculturas constructivistas o pinturas cubistas. Pero ocurría a un nivel inconsciente. En arquitectos como Le Corbusier, que vivían intensamente en contacto con las artes, eso se reflejó en su obra.
Un vocabulario de formas, adquirido conscientemente o no, es quizá tan importante en el proceso de síntesis que se obtiene de los requerimientos funcionales de un edificio, como los ladrillos. Tanto si se llama "composición" u "organización plástica" debe haber una filosofía que la rija. Esta filosofía puede ser más o menos útil según lo que ayude a relacionar las formas con los requerimientos.
 
Más tarde, los arquitectos tomaron demasiado al pie de la letra el dictado funcionalista y permitieron que el vocabulario formal (todavía no admitido) se embruteciera. No admitimos la importancia de tener una filosofía de las formas, porque un buen edificio puede alzarse como una Venus, solamente a partir de requerimientos funcionales. Pero, al ser esto imposible, un repertorio de Le Corbusieres, van der Rohes o Lou Kahnes de segunda mano se infiltran solapadamente mientras se vocean las devociones de cada uno sobre el antiformalismo.
Si la decoración aplicada es todavía tabú, el edificio entero es todavía decoración. Sólo artistas como Le Corbusier, sensibles a lo que están negando, no han caído en ello, por lo que los vocabularios formales son torpes, trasnochados y desfasados en relación con las necesidades de hoy. Cuanto más interés tienen los intentos de nuestros mejores arquitectos de vanguardia en la amanerada complejidad que deriva supuestamente de la estructura y del programa, menos interesantes son sus edificios: pueden levantarse sobre pilotes innecesarios, encorsetarse en varillas de hierro oxidado, retranquear en planta y sección diez pisos, conseguir veinte apartamentos con "espacios malos", o meter a toda una multitud atolondrada en una piazza que no se utiliza. Deforman profundamente su arquitectura con el único fin de lucirse, pero consiguen que no tenga "decoración".
 
Creemos que un nuevo interés por la arquitectura de comunicación que implica simbolismo y distintos medios de expresión nos conducirá a revalorizar los estilos eclécticos y pintorescos del siglo pasado, a apreciar nuestra propia arquitectura comercial -arquitectura Pop, por decirlo así- y, finalmente, a afrontar la cuestión de la decoración. Hemos distinguido en un artículo anterior dos tipos de heráldica en el entorno comerciaUel rótulo que es el edificio (p. ej., el ganso junto a la carretera, lanzado a la fama por primera vez en el libro de Peter Blake) y el rótulo que sirve de fachada al edificio. El primero distorsiona la función menos importante del interior, el comer, en favor de la función más importante del exterior, atraer al cliente. El segundo, aplicadoal edificio o separado de él por el aparcamiento, permite que la modesta función de comertenga lugar sin distorsionarse en un edificio modesto, hecho expresamente para esta función, no interviene en la función simbólica (no tiene por qué coincidir y probablemente es más barato y sencillo que no coincidan).
 
Nuestra tesis es que la mayoría de los edificios de los arquitectos de hoy son gansos: edificios en los que la finalidad expresiva lo ha distorsionado todo más allá de los límites de la economía y la comodidad; y que esto es, aunque no se admita, un tipo de decoración, aunque equivocado y caro. Mejor sería que se admitiera de una vez la necesidad y que se aplicara la decoración allí donde se precisa, no en la forma que lo hicieron los victorianos sino, para ajustarnos a nuestros tiempos, con la misma facilidad que se pegan los anuncios a su superestructura; está yuxtapuesta al edificio para permitir que éste vaya por su propio camino convencional, y no se distorsione más que por las barras y las pasarelas funcionales de la superestructura. Ésta es una aproximación más sencilla, más barata, más directa y básicamente más honesta a la cuestión de la decoración; permite que sigamos con nuestro trabajo de hacer edificios convencionales y tratar las necesidades simbólicas de un modo más sutil y hábil. Puede llevarnos a revalorizar la horripilante afirmación de Ruskin: "La arquitectura es la decoración de la estructura", añadiéndole, sin embargo, la advertencia de Pugin: "Está muy bien decorar la construcción, pero nunca construir decoración".


Robert Venturi
Aprendiendo de Las vegas
(1972)
Robert Venturi, Aprendiendo de Las Vegas, ed. Gustavo Gili, Barcelona 1992, pp. 26-29

Los anuncios están casi bien

Los arquitectos capaces de aceptar las lecciones de la arquitectura vernácula primitiva, tan fácil de captar en una exposición como «Arquitectura sin arquitectos», así como de la arquitectura vernácula industrial, tan fácil de adaptar a un lenguaje vernáculo del espacio y la electrónica como a las complicadas megaestructuras neobrutalistas o neoconstructivistas, no reconocen fácilmente la validez de lo vernáculo comercial. Para el artista, crear lo nuevo puede significar elegir lo antiguo o lo existente. Los artistas pop supieron volver a aprender esta verdad. Nuestro reconocimiento de la arquitectura comercial a la escala de la autopista, se sitúa, pues, dentro de esta tradición.

Lo que ha hecho la arquitectura moderna no ha sido tanto excluir lo comercial vernáculo como intentar apoderarse de ello inventando y forzando un idioma vernáculo propio, mejorado y universal. Ha rechazado la combinación de las Bellas Artes con el arte vulgar. El paisaje italiano ha armonizado siempre lo vulgar y lo vitruviano: los contorni entorno al duomo, el lavadero del portiere frente al ortone del padrone, el Superp cortemaggiore frente al ábside románico. En nuestras fuentes nunca han jugado niños desnudos, y jamás I. M. Pei será feliz en la carretera 66.

La arquitectura como espacio

Los arquitectos se han sentido fascinados ante un solo elemento del paisaje urbano de Italia: la piazza. Es más fácil que a uno le guste ese espacio tradicional, intrincadamente cerrado y concebido a la escala del peatón, que la ramificación espacial de la carretera 66 o de Los Angeles. Los arquitectos se han criado en el espacio, y el espacio cerrado es lo más fácil de manejar. Durante los últimos cuarenta años, los teóricos de la arquitectura moderna (con la excepción en ocasiones de Wright y Le Corbusier) se han centrado en el espacio como ingrediente esencial que diferencia la arquitectura de la pintura, la escultura y la literatura. Sus definiciones glorifican la unicidad de ese medio; y aunque a veces se permita a la escultura y la pintura ciertas características espaciales, la arquitectura escultórica o pictórica es inaceptable porque el espacio es sagrado.

La arquitectura purista fue en parte una reacción contra el eclecticismo del siglo XIX. Las iglesias góticas, los bancos renacentistas y las casas solariegas jacobitas eran francamente pintorescas. Mezclar estilos significaba mezclar medios. Ataviados con estilos históricos, los edificios evocaban asociaciones explícitas y alusiones románticas al pasado para transmitir un simbolismo literario, eclesiástico, nacional o programático. No bastaban las definiciones de la arquitectura como espacio y forma al servicio del programa y la estructura. Es posible que el solapado de disciplinas diluyera la arquitectura, pero en cambio enriqueció el significado. Los arquitectos modernos abandonaron una tradición iconológica en la cual la pintura, la escultura y el grafismo se combinaban con la arquitectura. Los delicados jeroglíficos de un audaz pilón, las inscripciones arquetípicas de un arquitrabe romano, las procesiones en mosaico de San Apolinar, los ubicuos tatuajes que cubren las capillas del Giotto, las jerarquías distribuidas en torno a los pórticos góticos, e incluso los frescos ilusionistas de las villas venecianas, contienen mensajes que trascienden su contribución ornamental al espacio arquitectónico. La integración de las artes en la arquitectura moderna se ha considerado siempre buena, pero nadie pintó sobre Mies. Los paneles pintados flotaban independientes de la estructura mediante juntas ocultas; la escultura estaba dentro o cerca del edificio pero rara vez sobre él. Los objetos artísticos se utilizaban para reforzar el espacio arquitectónico a expensas de su propio contenido. El KoIbe del Pabellón de Barcelona sólo servía para realzar los espacios dirigidos: el mensaje era básicamente arquitectónico. Los diminutos rótulos sólo contenían, en la mayoría de los edificios modernos, los mensajes estrictamente necesarios, como Señoras, acentos menores cicateramente aplicados.

La arquitectura como símbolo

Los críticos e historiadores, que documentaron el «declinar de los símbolos populares» en el arte, defendían a los arquitectos modernos ortodoxos, quienes rehuían el simbolismo de la forma como expresión o refuerzo del contenido: el significado había de comunicarse no mediante la alusión a formas previamente conocidas sino mediante las características fisionómicas inherentes a la forma. La creación de la forma arquitectónica sería un proceso lógico, libre de imágenes de la experiencia pasada y exclusivamente determinado por el programa y la estructura, con la ayuda ocasional, como ha dicho Alan Colquhoun, de la intuición.

Pero algunos críticos actuales han cuestionado el posible nivel de contenido a derivar de las formas abstractas. Otros han demostrado que los funcionalistas, a pesar de sus protestas, desarrollaban un vocabulario formal propio inspirado principalmente en los movimientos artísticos en boga y en los lenguajes vernáculos industriales; y los más recientes seguidores, como el grupo Archigram, han vuelto su mirada al Pop Art y la industria espacial, pese a protestas similares. Sin embargo, la mayoría de los críticos han menospreciado la iconología continuadora que se da en el arte comercial popular, la heráldica persuasiva que impregna todo nuestro entorno, desde las páginas publicitarias de The New Yorker hasta los superpaneles electrónicos de Houston. Y su teoría sobre el «envilecimiento» de la arquitectura simbólica en el eclecticismo del siglo XIX ha cerrado sus ojos al valor de esa arquitectura representacional que se da a lo largo de las carreteras. Los que reconocen este eclecticismo de carretera lo denigran porque hace alarde tanto del cliché de una década atrás como del estilo de hace un siglo. ¿Y por qué no? El tiempo pasa muy de prisa hoy.

El Motel Miami Beach Modern, situado en una faja desértica al sur de Delaware, recuerda a los agotados conductores el ansiado lujo de un lugar de vacaciones en los trópicos y quizá hasta los persuade a renunciar a esa elegante plantación llamada Motel Monticello que está al otro lado de la frontera de Virginia. El verdadero hotel de Miami alude a la elegancia internacional de una playa brasileña, derivada a su vez del estilo internacional de un Corbu medio. Esta evolución desde unos orígenes altos a unos epígonos bajos pasando por etapas intermedias duró sólo treinta años. Actualmente, la etapa intermedia, es decir, la arquitectura neoecléctica de los años cuarenta y cincuenta, resulta menos interesante que sus adaptaciones comerciales. Las copias de Ed Stone a lo largo de las carreteras tienen más interés que el Ed Stone real. 

Imagen de Las Vegas: Inclusión y alusión en arquitectura

Tom Wolfe empleaba la prosa Pop para evocar imágenes poderosas de Las Vegas. Los prospectos de hotel y los folletos turísticos sugieren otras. J. B. Jackson, Robert Riley, Edward Ruscha, John Kouwenhoven, Reyner Banham y William Wilson han elaborado imágenes análogas. Las comparaciones entre Las Vegas y otras «zonas de placer» del mundo -Marienbad, la Alhambra, Xanadu o Disneylandia, por ejemplo- sugieren al arquitecto o al diseñador urbano que lo esencial en la imaginería de la arquitectura del ocio son la ligereza, la cualidad de oasis dentro de un contexto quizá hostil, el simbolismo enaltecido y la capacidad para que el visitante asuma un nuevo papel: durante tres días uno puede creerse centurión en el Caesars Palace, guardia montado en el Frontier, o play boy en el Riviera, y no un vendedor de Des Moines, Iowa, o un arquitecto de Haddonfield, New Jersey.

Sin embargo, hay imágenes didácticas que para nosotros es más importante llevarnos a casa, a New Jersey o a Iowa, que las imágenes de recreo: una es el Avis junto a la Venus; otra, Jack Benny bajo un frontón clásico con un anuncio de la Shell Oil a su lado, o la estación de gasolina junto al casino multimillonario. Estas imágenes muestran la vitalidad que puede llegar a tener una arquitectura de la inclusión o, por contraste, los mortecinos resultados a que se puede llegar con una preocupación excesiva por el buen gusto y el diseño total. El Strip pone de relieve el valor del simbolismo v la alusión en una arquitectura de espacios extensos y grandes velocidades, y prueba que la gente, arquitectos incluidos, se lo pasa bien con una arquitectura que le recuerda alguna otra cosa, quizá un harén o el salvaje Oeste en Las Vegas, tal vez los Padres de la Patria en New Jersey. La alusión y el comentario, al pasado, al presente, a nuestros grandes lugares comunes o nuestros viejos clichés, y la inclusión de lo cotidiano en el entorno, sagrado y profano, es justamente lo que le falta a la arquitectura moderna de hoy. Podemos aprender de Las Vegas como otros artistas han aprendido de sus propias fuentes profanas y estilísticas. 

 Los artistas Pop han demostrado el valor del viejo cliché que se emplea en un nuevo contexto para conseguir un significado nuevo -la lata de sopa en la galería de arte- para hacer insólito lo común. Y en literatura, Eliot y Joyce muestran, según Poirier, «una extraordinaria receptividad... a los idiomas, los ritmos, los artefactos asociados a ciertos entornos o situaciones urbanas. Los innumerables estilos de Ulises están tan dominados por ellos que en la novela sólo se producen intermitentes sonidos del propio Joyce y no existe un solo pasaje amplio que pueda atribuírsele claramente como algo diferenciado de un estilo imitativo». Poirier llama a esto el «impulso decreativo». El propio Eliot dice que Joyce hacía lo que podía «con los materiales que tenía a mano».

23 comentarios:

Anónimo dijo...

Diana Villarino

El ornamento es un tema que ha estado presente como clave en la arquitectura y que se ha ido desarrollando de manera diferente a lo largo de los siglos con distintas interpretaciones. Sin embarbo, este fue perdiendo importancia por la falta de obligación de ocultar las estructuras y mucho menos para expresar grandeza llegando a un punto en el que el ornamento terminaba siendo un agregado sin necesidad. Ahora la arquitectura se concentra mas que todo en expresar la utilidad y el valor de las estructuras, espacios y materialidad desarrollándose de esta manera a la par con la sociedad. La arquitectura debe poder reconocer y adaptarse a las necesidades que surgen hoy en día, sobretodo a lo que se refiere con el uso específico de la edificación. Es acá donde el ornamento ya no será insignificante en algunos casos si se enfoca en la época y sigue un concepto claro y consciente, resolviendo de una manera cuidadosa la forma y los espacios de dicha edificación. El ornamento puede proporcionar belleza o no a la obra y puede ser tanto provechoso como innecesario dependiendo de la manera en como se incorpore, se interprete, se busque transmitir y del requisito de implementarlo en el diseño.

Freddy Reyes dijo...

La manera en la que se proyecta arquitectura ha cambiado a través de los tiempos, la decoración y el ornamento es algo que ha evolucionado en ellos, la tradición del gótico, el barroco y los estilos que buscaban la belleza en función al ornamento ha evolucionado a una simplicidad funcional que buscar conceptualizar la arquitectura moderna, en el que como mi compañera opino que busca trabajar la arquitectura por su funcionalidad mas que por su belleza o decoro, también este estilo de arquitectura busca integrarse con las arte. pero este punto empieza a desvirtuarse ya que para estos tiempos el nuevo decoro parece ser los anuncios publicitarios que entre mas llamativo y comrcial sea mas funcional parece ser la arquitetcura, este es el caso de las vegas y las grandes ciudades monopolicas

Unknown dijo...

A medida que pasa el tiempo la arquitectura ha ido evolucionando y desarrollándose. El ornamento y la decoración ha tenido un gran proceso de evolución, tiempo atrás vemos como se apreciaba constantemente en la arquitectura buscando de aportar la belleza mediante estos elementos. Hoy en día la arquitectura busca tener atractivos mediante sus espacios concebidos, claro, sin dejar atrás la estética del edificio que hoy en día muchos se ven afectados por publicidades y anuncios que llamen la atención del espectador. El ornamento como bien es cierto puede aportar belleza a la edificación solo se debe realizar de la mejor manera.
La arquitectura se ha adaptado a cada época lo cual hoy también sucede así, se adapta a la sociedad, a los materiales de construcción, estructura y al reconocimiento especifico del uso de la edificación.
KELLY LOBETE

Rossayne León dijo...

Hay que cuestionarse tal vez el significado de "decoración" en el modo convencional, ya que como podemos apreciar en los distintos ejemplos citados, la decoración puede ser camaleónica y no siempre viene presentada en forma de ornamento. El significado de "decoración" puede tomar distintas formas y más que evolucionando ha ido adaptándose a el contexto y su circunstancia. En la arquitectura se puede ver como la decoración ha ido adoptando estas distintas formas de acuerdo a la necesidad que deba cumplir, ya sea la de ser netamente expresiva o ya sea para "decorar la construcción". La decoración sigue estando presente, tal vez ya no en forma de ornamento, pintura, escultura o adorno, pero al edificio tener un fin expresivo, la decoración se transforma y se adapta no solo a intención de este, sino a la época y lugar donde se desarrolla.

Anónimo dijo...

En la arquitectura como en todo en la vida, evoluciona y este es el caso del ornamento en la arquitectura, como bien dice en la lectura anterior el significado del ornamento en la arquitectura de hoy en día a cambiado y ya que empiezo a entenderse, para bien o para mal, parte de la belleza de los cerramientos, estructuras o incluso de los espacios, esta nueva decoración se da gracias a los atributos plásticos y de composición que osea el arquitecto, ya no soy aspectos rígidos como en la arquitectura clásica, sino que empiezan a ser libres. Estos ornamentos empiezan a tener una relevancia secundaria al momentos del diseño, ya que lo importante es la buena arquitectura, con lo cual estas decoraciones empiezan a servir a la interpretación de los espacios, como por ejemplo el arte; el cual no dicta si un edificio es bueno o malo pero si sirve a la compresión y deleite de un espacio.
Ali Pérez

Unknown dijo...

Muchos de los edificios que se están haciendo en la actualidad, tienden a caer en el simple patrocinio de una firma arquitectónica. Es decir, se proyectan con la intencionalidad de demostrar cuán avanzado es el manejo de la técnica constructiva o qué tan amplia es la disposición de los materiales mas innovadores en el mercado del diseño y de la construcción. Incluso, algunos edificios representan no más que la riqueza económica de un determinado ente o empresa, o hasta de una ciudad. Tenemos muchas obras de arquitectura cumpliendo el rol del edificio 'valla'. Podría decirse que algunos cumplen la mera función de 'catálogo', mostrando el grado de actualización de lo que en el presente es tendencia o está marcando la 'pauta'. Incluso, me atrevería a comparar a algunos edificios existentes con aquellas revistas de Arquitectura moderna en donde más allá de mostrar el espacio interior de una casa, lo que se intenta es vender una marca o un sello, mediante la imagen gráfica inherente a una gama de productos o artilugios prefabricados que para nada tienen que ver con lo que es y significa la Arquitectura en sí misma y de lo que se encarga el oficio (proyectar espacios que puedan dignificar al hombre). No debemos olvidar que todas las tendencias pasan de moda, y que por ello es importante adoptar una postura crítica y reflexiva que nos permita desarrollar un estilo, o incluso apostar por alguno ya existente, sin que esto nos convierta en Arquitectos dependientes y apegados al 'boom' tecnológico y a los ornamentos innecesarios que desvirtúen la verdadera función que representa toda obra de arquitectura.

Unknown dijo...

Daniel Rodriguez
ci.: 23527300

Históricamente el tema del ornamento en la arquitectura se trato de diversas maneras, entendiéndose como aquel trabajo minucioso y detallado de los maestros de obra para remate de templos, o como aquel implemento para completar los limites de edificios de distintos ordenes en las edades clásica y media, luego pasamos a un complejo tiempo de convergencia donde todos los estilos se cruzaron logrando así un eclecticismo que tomo de los tiempos antiguos no la filosofía ornamental que fundamentaba sus ornamentos, sino el aspecto formal de cada ornamento concluyendo en una mezcla que derivo en un copiar y rehacer; no obstante llegamos a un punto donde con el modernismo cansado de tanta mezcla junta opta por un formalismo (inconsciente en sus inicios) que termina por separar el ornamento de la obra arquitectónica despojándola de todo aquello que se venia haciendo históricamente, sin embargo en su propia búsqueda de alejarse del ornamento terminaron con un lenguaje nuevo que no respondía a aquellos valores del contexto inmediato cayendo en formalismos sin relación, a excepción de los grandes maestros, con el contexto en el cual se situaban. Es importante entender y comprender que el adorno o la decoración no son elementos que se agregan o quitan a la obra arquitectónica, pues en si la arquitectura que se plantee debe tener conciencia de sus determinantes que le conferirán ciertos acabados que es su totalidad tendrán un valor estético acorde a lo proyectado y se consideraran entonces estos adorno o decoraciones, pero solo en su entendimiento de totalidad, no como un agregado al producto final.
Los edificios, como bien mencionan en la lectura, de principios de siglo XX finales de XIX se vieron distorsionados en cuanto a ornamento, que se comprendió como un agregado final a la obra, y en muchos casos como papel tapiz que funcionaba como recubrimiento de la estructura, o como en el caso de Venturi quien hizo de la publicidad (ornamento) la obra como tal produciendo objetos publicitarios como la obra arquitectónica en sí. Hoy en día debemos entender la obra arquitectónica como un todo que comprenda aquellos factores que tengan relación estrecha con el contexto en el cual se sitúa y de ahí re interpretar críticamente para lograr propuestas acordes con las necesidades que se deban resolver y así aportar el valor local a un mundo globalizado que tiende a perder los valores culturales de cada región, imponiendo un estilo universal que poco tiene que ver con las condiciones y contexto de cada localidad.

Anónimo dijo...

Gabriela Febles..

La ornamentación en las edificaciones se ha desarrollado de diferentes maneras a lo largo de los siglos, aunque obviamente existen arquitectos y pensamientos en contra de ello. Pero la ornamentación siempre se ha visto presente en la historia de la arquitectura y con diferentes interpretaciones. En las iglesias con los ordenes, edificaciones renacentistas, villas palladianas, el eclecticismo, etc, siempre con un concepto y un fin, y considero interesante la interpretación de Robert Venturi, sobre ornamentar dándole un simbolismo a la edificación, lo que en mi opinión es muy válido ya que, aporta identidad al objeto arquitectónico.
La idea de colocar las vallas publicitarias en la edificación causa curiosidad y es comprensible si nos ubicamos en una sociedad consumista que ha surgido por la industrialización. Ciertamente apoyo la postura de ornamentación si esta centrada en la época y enriquece la obra arquitectónica.

Unknown dijo...

Leysbel Osorio
El pos-modernismo nace a partir de una critica razonada a la modernidad, sus resultados y hasta algunos principios de dicho movimiento. A partir de esta critica se estudian los elementos, principios y símbolos de movimientos pre-modernistas.
El pos-modernismo no se dio únicamente en la arquitectura, como el resto, se dio tanto filosófica, socialmente y en las artes. Y uno de los principios aplicados a cada una de las áreas fue que no importaba el mensaje sino como se transmitía.
El ornamento jugo un papel importante en el pos-modernismo, ya que fue reinterpretado, ya no se pretendía usar para fines estéticos, no se pretendía seguir usando como elemento adherido, de ahora en adelante el ornamento es el edificio como tal, lo construido, el uso bello del material hecho por la maquina. Cito al arquitecto Gottfried Semper cuando dice “La arquitectura no necesita decoración, es decoración que se construye…”, pienso que es una cita que resume y se refiere de mejor manera a ese nuevo uso o reinterpretacion del ornamento.
El movimiento pos-moderno también tiene como característica el desligue del pensamiento colectivo y la importancia que le da al individualismo. Esto se reflejo igual en la arquitectura, el edificio adopto una propiedad narcisista, ya que se preocupaba únicamente del entorno y se apoyaba en la topografía para ayudarse a resaltar. Y hasta en ocasiones se llega a utilizar la tegnologia en la construcción para buscar la monumentalidad en formas combinadas. Tal vez el uso de la topografía como elemento importante de la construcción ayudo a diferenciar la arquitectura de la escultura y pintura como otras artes, no se desvincula de ellas como tal, por el contrario en ocasiones es utilizada la escultura para resaltar esos espacios dentro de la edificación.

Unknown dijo...

La adaptación presente en la arquitectura a través de las distintas corrientes es bastante marcada, el arquitecto es un constante revolucionario, en busca de la perfección y esta búsqueda solo genera en él un incentivo por mejorar, según su criterio, es por esta razón que se observan cambios en cuanto a factores como los ornamentos, materiales utilizados, la forma, sin embargo al igual que la moda la arquitectura suele repetirse, no idénticamente pero si en sus características, ejemplo de ello es el ornamento, que aparece en los edificios de formas distintas y con otros fines y materiales, pero al final son elementos netamente decorativos de la edificación, las épocas y los arquitectos cambian al igual que los estilos lo importante es tomar lo mejor de cada uno de ellos para tener un buen criterio a la hora de proyectar y tener una buena base critica.

Anónimo dijo...

el articulo me puso a pensar en funcion de lo cotidiano de nuestra propia ciudad, en caracas, en como aprender de nuerstras propias fuentes y reinterpretarlas y lo que se consideran "zonas de placer" que son oasis en territorios hostiles que te hacen asumir un nuevo papel. Ademas de que se debe reconocer también los valores de lo vulgar en las ciudades y que esto no es incompatible con la arquitectura. usar el símbolo como generador de recuerdos y un instrumento capaz de darle mayor expresión a algún mensaje.

De Caracas,la imagen que se puede tener es la de una ciudad que esta siendo devorada por la vegetación, que se degrada poco a poco hasta integrarse con lo natural, se observan arboles creciendo en las autopistas, en las rejas oxidadas y los muros que cada vez mas encierran los espacios públicos. en las montañas proliferan los viviendas autoproducidas, construcciones decadentes pero que se adaptan muy bien a la topografía en contraste con el orden de sectores urbanizados. Existen vallas y anuncios por todos lados no como los brillantes anuncios de Las Vegas que te invitan a consumir, sino como una superposición capas de recuerdos, huellas que dejan las publicaciones de eventos que van sucediendo en la ciudad.

¿Cómo reinterpretar esta superposición de capas de historia, lo verde contra lo construido, el contraste que existe en las tramas urbanas, el descuido y la ruina como una fuente de ideas, como son estos oasis que aparecen en ambientes hostiles? tal vez respondiendo esto se consigue una posible identidad y un camino a seguir.

Juan Carlos Figuera.

Anónimo dijo...

Venturi realiza una tesis ambivalente en la que demuestra dos facetas de la relación de el ornamento con la arquitectura. En el primer texto nos relata como esta resulta superflua ante la edificación funcional de la Arquitectura Moderna, sin ánimos a servir a ningún otro anhelo estético que el de mostrar su utilidad con rachas constructivistas que jamas rallan en la decoración innecesaria sino en la platica de la edificación hacia su usuario sobre como fue edificada, erigida, y para que finalidad.

En contraposicion, En la Arquitectura de Las Vegas Venturi demuestra como el ornamento no solo es parte tácita del proceso de diseño puesto que la finalidad de esta arquitectura es extraordinariamente estética sino que además desarrolla a la arquitectura como un arte que una vez distinguida de la escritura, la pintura o la escultura por su cualidad espacial, incluye siempre y sin excepción en su apartado estético al elemento decorativo requerido para poder llamar a esta Arquitectura con la denominación otorgada, Arquitectura del Simbolismo.

Anónimo dijo...

Gabriel Lucena. C.I. 23689311

Venturi realiza una tesis ambivalente en la que demuestra dos facetas de la relación de el ornamento con la arquitectura. En el primer texto nos relata como esta resulta superflua ante la edificación funcional de la Arquitectura Moderna, sin ánimos a servir a ningún otro anhelo estético que el de mostrar su utilidad con rachas constructivistas que jamas rallan en la decoración innecesaria sino en la platica de la edificación hacia su usuario sobre como fue edificada, erigida, y para que finalidad.

En contraposicion, En la Arquitectura de Las Vegas Venturi demuestra como el ornamento no solo es parte tácita del proceso de diseño puesto que la finalidad de esta arquitectura es extraordinariamente estética sino que además desarrolla a la arquitectura como un arte que una vez distinguida de la escritura, la pintura o la escultura por su cualidad espacial, incluye siempre y sin excepción en su apartado estético al elemento decorativo requerido para poder llamar a esta Arquitectura con la denominación otorgada, Arquitectura del Simbolismo.

Anónimo dijo...

La arquitectura, ha impartido un sentido del Ornamento, que ha variado con el paso del tiempo; y ha llegado a sobrevalorarse, con un tema de 'decoración', que llega a dañar los valores de la arquitectura, al pretender ocultar los errores con la misma (decoración), o creer q es esta es la sencilla definición de construcción.

Por otra parte, y en otro orden de ideas, se busca como respuesta, tránsladár la arquitectura a la búsqueda de su esencia plena, que se relacionan además con el arte, la pintura y la escultura. Pretendiendo otorgarle un carácter de simbolismo que se escape del mero echo de construir, y entienda los sentimientos que ameritan proyectar los espacios al individuo que le habite, relacionado a velocidades, tiempo, espacio y se aleje así de la banal búsqueda de imagen para el comercio.

Emily García
CI.25.976.049

Unknown dijo...

En la arquitectura, el ornamento según la época ha tenido diferentes significados, tanto estéticos (como las catedrales y los espacios victorianos) y decorativos. Luego el ornamento pasa a un segundo plano con el desarrollo de la máquina, donde lo estético se convierte en la relación entre el material de construcción y la estructura. Con los arquitectos vanguardista poco a poco el edificio se va convirtiendo en un elemento funcional con énfasis en lo formal, debido al nuevo vocabulario generado por la arquitectura moderna, así no cumpliera con las necesidades del hombre el edificio debía ser económico y cómodo excluyendo cualquier elemento de decoración, debido que el edificio entero ya es un elemento de decoración para la ciudad.
Robert Venturi, a través de estos textos, en mi opinión no busca cambiar la arquitectura moderna, si no, busca el deleite y el placer en la sociedad, integrando el tejido urbano a través de lo que él plantea como “una arquitectura como símbolo”, donde el edificio sea un medio de comunicación mediante características inherentes de la forma, valorizando elementos de la sociedad de consumo, como ocurre en Las Vegas, con avisos y fuerte iluminación, donde el hombre se sienta transformado en tiempo y espacio, agregando que para él eso es lo que le falta a la arquitectura de hoy.
Robert Venturi utiliza el ornamento con fines un poco Manieristas y Barrocos (como ocurre en Vanna Venturi House y Guild House, de Filadelfia) con el fin de revalorizar el edificio en función de las necesidades del hombre y la arquitectura vitrubiana, transgrediendo el orden y la convención de los criterios de la arquitectura moderna.

Anónimo dijo...

En ambos escritos, Robert Venturi nos habla de lo mismo: la decoración u ornamento. Es un tema que siempre ha estado presente en la arquitectura desde sus inicios, ya sea por encontrarse presente de manera excesiva o de manera escasa.

Hemos visto cómo el ornamento ha tenido sus altos y bajos, cada época a su manera, desde la antigüedad con esas columnas ornamentadas en su base y culminación, hasta en el eclecticismo y el Art Nuvo de manera excesiva, o en los nuevos edificios con la llegada de la maquinaria. En la era de las máquinas se dio a conocer un nuevo tipo de decoración que, por muy rara que fuese en ciertos aspectos, agradaba. La exposición de las tuberías o servicios mecánicos, por ejemplo, enmarcaron una nueva forma de “adornar” el edificio haciendo de todo el edificio la decoración.

En el último texto hace una comparación con Las Vegas bastante simple y acertada en cuanto a la arquitectura moderna: los nuevos arquitectos se han centrado más en el espacio como ingrediente esencial que diferencia la arquitectura de la pintura, la escultura y literatura. La arquitectura en Las Vegas refleja esta definición de la manera más clara posible, ya que la arquitectura moderna intenta, a través de sus espacios internos, lograr que el individuo se sienta lejos de su propia realidad, pero a su vez estando o no cerca de ésta. Ya sea estando en el lujoso Ceasars Palace transportándote a esa época, o en un resort tropical a unos 100 metros. Y es debido a que esta nueva arquitectura utiliza los objetos artísticos para reforzar ese espacio arquitectónico sin importar su contenido, como las vallas y anuncios brillantes de Las Vegas...

Hillary Fandiño
CI: 20978628

Anónimo dijo...

En este texto Venturi nos quiere dejar claro como el ornamento ha evolucionado al pasar de los años, muestra como en el pasado era solo utilizado para decorar el exterior de las edificaciones, como en una época desaparece casi por completo por la industrialización, hasta que aparece el “movimiento moderno” que deja totalmente a un lado a los ornamentos y se crea una arquitectura purista muy formal y funcional, así pasa a ser el edificio la mayor decoración de una ciudad se podría decir que la edificación se convirtió en el ornamento funcional de la ciudad.

Así que Venturi busca el renacer de estos ornamentos sin olvidar el funcionalismo de las edificaciones, como ocurre en Las Vegas que es una ciudad que te transporta a diferentes lugares del mundo gracias a las réplicas de diferentes hitos arquitectónicos característicos, en esta ciudad vuelve el ornamento, y aparecen los edificios vayas en muchos lugares, así que se puede decir que Las Vegas es un lugar donde el ornamento pudo renacer de una manera diferente.

VICTOR PINTO DA SILVA
CI: 20604171

Unknown dijo...

A lo largo del tiempo la arquitectura, se ha ido desarrollado de diferentes maneras y junto a ella el ornamento, donde en función de este se buscaba la belleza de la edificación, pero a través del tiempo esta idea fue evolucionando y la divinidad no se concebía por el ornamento, sino que era pronunciada por la utilización correcta de los materiales de construcción, la estructura y la integración de la artes.

En mi opinión Venturi, busca expresar en estos textos que el ornamento no es solo una parte implícita de la arquitectura, sino que esta debe ser un medio de comunicación, es decir, que más allá de diseñar una arquitectura compositiva, se debe dar un simbolismo a la edificación mediante características formales que le proporcionen identidad al objeto arquitectónico, como ocurre en Las Vegas.

Isaac R. Rubio V. dijo...

El ornamento en la arquitectura siempre ha sido un tema de debate.
La modernidad trato incansablemente de combatir en su contra, y medio de ese proceso terminó generando una nueva manera (inconsciente) de justificar su presencia, en la incorporación a veces ilógica de los materiales de construcción más novedosos y costosos que existieran al momento en los edificios. El uso excesivo de grandes ventanales de vidrios, perfiles de acero, recubrimientos de mármol y otras piedras lujosas que fueron tan repetitivas dentro del catálogo de arquitectura moderna.

Y es un debate que se ha venido llevando a cabo desde el pleno apogeo de la arquitectura de hierro y las artes decorativas hasta la actualidad. Como elemento decorativo, el ornamento está lleno de símbolos, dado que responde al gusto general de una sociedad por un determinado estilo, en un periodo de tiempo específico.

Ejemplo de ello, fueron los órdenes griegos que a lo largo de la historia han aparecido, reaparecido, se han reinventado y renovado en gran cantidad de veces a lo largo del tiempo. Lo que es totalmente atemporal acerca de ellos, es el significado o la percepción que se tiene con respecto a ellos: siempre fueron empleados para representar y darle estética a edificios de gran valor simbólico como panteones, edificios gubernamentales, templos católicos etc.


En la actualidad el ornamento ha ido perdiendo paulatinamente ese carácter simbólico y se ha descontextualizado por completo, en lo que Venturi plantea como un neoeclecticismo. Y ese es el caso de ciudades como Las Vegas donde, pareciera que el ornamento más que una función decorativa, cumple un papel de globalizar o vender productos de la sociedad de consumo; El aviso publicitario, que en la actualidad casi desplaza la imagen de la ciudad, rompe con toda barrera cultural, social y económica que pueda existir: estando en una ciudad como las Vegas donde realmente no habría podido existir, por ejemplo, una pirámide egipcia, uno se puede encontrar con casi todas las maravillas del mundo antiguo: templos romanos, obeliscos y casi todos los clichés históricos mundiales que han existido.

De ese modo lo que resulta es un edificio que ahora no es ornamentado para embellecer su fachada, o para cubrir su estructura. Sino que es decorado para atraer a un público determinado a su interior y que consuman la mayor cantidad posible de artefactos que en él se promocionen.

Isaac Rubio
C.i:20.035.943


Anónimo dijo...

El ornamento a través de la historia de la arquitectura ha sido un tema bastante polémico, y que ha ido cambiando mediante transcurre el tiempo se ha vuelto más sumiso, ha desaparecido y ha buscado reaparecer de maneras innovadoras. En su concepción original este buscaba representar o transmitir un mensaje o nos hablaba hacer de una cultura, en muchas ocasiones posteriores este solo tuvo como función embellecer la edificación, lo cual para la actualidad carece de fundamentos. Considero que la belleza de una edificación actualmente reside en otros factores como las relaciones de la edificación con su contexto, su concepto, su sistema constructivo, su simplicidad, entre otros. Cabe destacar que el hecho de complejizar una edificación, por el simple hecho de explotar la respuesta formal en busca de un belleza abstracta, también carece de sentido, ya que simula más a una escenografía que a la verdadera arquitectura. Existen grandes exponentes muy cuestionados por este hecho como Frank Ghery, Daniel Libeskind, entre otros.

Fabricio Mora // 23.694.430

Anónimo dijo...

Hernán Díaz
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Lo simbólico es un aspecto que siempre ha formado parte de la cultura. El significado inmerso en el icono o el símbolo es capaz de crear impredecibles relaciones entre recuerdos, sensaciones, e ideas, que pueden ser individuales, pero que en su mayoría tiende a vincularnos con ideas compartidas con los otros, colectivas, y es justo esta cualidad lo que les atribuye la capacidad de comunicar un mensaje.

En la arquitectura este carácter simbólico se ha expresado de diferentes maneras a lo largo de la historia, tal es el caso del ornamento, un elemento complementario al funcional al que se le atribuía la capacidad de embellecer, pero de alguna forma recargó al edificio de un mensaje literal, eclesiástico, nacional o programático, además en la era de la máquina, la funcionalidad y la velocidad, se podría decir que aquellos detalles artesanales de las catedrales perdieron vigencia.

Entre todas estas búsquedas formales y negación a la decoración, sin embargo, nos encontramos con lugares como la Ruta 66 y las Vegas de las que nos habla Venturi. Él pone su mirada en una realidad que es ignorada, por ser considerada de mal gusto, o no formar parte de algún lenguaje formal elaborado, nos encontramos con un paisaje lleno de anuncios y mensajes, que incluso se pueden expresar en la forma de todo un edificio como el caso del edificio pato, una arquitectura comercial que nada tiene que ver con las intenciones de mostrar una complejidad simbólica de ideas sino que básicamente apunta al consumo o al placer. Pero lo más interesante es la comparación que establece entre el edificio pato y la mayoría de los edificios que los arquitectos realizaban en ese momento, en donde, la imagen y “el fin expresivo han distorsionado todo más allá de los límites de la economía y la comodidad”.

Venturi propone sincerar el tema de la decoración, admitir que es necesario. Una vez reconocido esto, se podría precisar dónde se requiere la decoración y aplicarla donde fuese necesario, ajustándose a los tiempos.

Además expone que los críticos han menospreciado la iconología que se da en el arte comercial popular, y que al centrar su atención en el problema simbólico de la arquitectura ecléctica del siglo XIX, no son capaces de reconocer el valor de esa arquitectura representacional a lo largo de las carreteras. Un eclecticismo cliché de la cultura, que se refiere tanto al pasado como al presente, junto a su capacidad de vender una imagen, y es quizás este eclecticismo de tiempos lo más interesante a considerar en un mundo globalizado, veloz, en los que la información se transmite cada vez más deprisa.

También menciona la vitalidad que puede llegar a tener la arquitectura, por inclusión o por contraste, criticando los resultados de una arquitectura moderna que puede generar una excesiva preocupación por el buen gusto y el diseño total, olvidando la expresión de la cotidianidad, vale la pena recordar su frase “less is a bore”.

Venturi trae al debate la aceptación de los viejos clichés y la inclusión de lo cotidiano, es este llamado a mirar lo cotidiano y profano lo que considero como unos de los aspectos más relevantes de lo que propone Venturi. Sin embargo, al poder experimentar una ciudad llena de mensajes, de ruido visual y formal, me pregunto hasta qué punto la arquitectura irá al ritmo de esta sobre estimulación simbólica, que tiende más al bombardeo visual y menos a la armonía; se me hace importante recordar las palabras de Luis Barragán: “en proporción alarmante han desaparecido en las publicaciones dedicadas a la arquitectura las palabras, belleza, inspiración, embrujo, magia, sortilegio, encantamiento y también las de serenidad, silencio intimidad y asombro.”

Anónimo dijo...

Un hecho a tener en cuenta en los inicios de la arquitectura moderna es la industrialización, en la era industrial por medio de la máquina, los materiales de construcción pueden ser elaborados y procesados de manera más rápida, precisa y en serie, como cuando se corta una lámina de mármol, los arquitectos de los inicios de la modernidad cuestionaban el hecho de por qué ornamentar un material ya procesado, cuando el corte de este mármol o la madera, de por si deja mostrar sus cualidades físicas que se pueden considerar estéticas, cualidades como la forma o la textura, así como los perfiles de acero, una arquitectura que muestra al material como es como elemento estético.

Venturi critica el hecho de que la arquitectura ha tendido a ser muy funcionalista y de poco lenguaje formal, además de tener una expresión formal funcionalista y poco convencional y considera que el ornamento usado de una manera más adaptada a la contemporaneidad sea una herramienta de simbología e imagen en un edificio, como en el caso de Las Vegas donde los casinos tienen una iconografía y una temática que los caracteriza y hace de cada uno único.

Miguel Navarro

Unknown dijo...

Me gusta la idea de la arquitectura que mezcla su valioso poder sobre el espacio, su propio caracter de ornamento y con su claridad ante el uso que otorga. Se reconocen pocas ya que la forma y estética muchas veces pesa más que su función. Pondré como ejemplo a nuestra querida y conocida Universidad Central de Venezuela, aquella que vemos en las imagenes tomadas poco después de su inauguracion, en los años 60' cuando parecía que los problemas del futuro serían otros. Tenemos el honor de estudiar en una de las edificaciones más eficientes en cuanto a la función y humilde pero incomparable en cuanto a su forma. Su construcción de concreto armado, que para la época debía demostrar su capacidad aunque otros arquitectos ya lo habían hecho, compete de innovaciones en el área de la ingeniería, es una escultura recorrible y como hemos visto, trascendental para su época sin ornamento alguno.

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